Esta semana pasada por agua está complicando la operación aérea en algunos puntos de nuestro país. Las tormentas se caracterizan por fenómenos como las lluvias intensas, granizo y vientos fuertes, además del aparato eléctrico. Como podéis suponer, los pilotos seguimos la máxima de “cuanto más lejos mejor” cuando hablamos de tormentas, y no solamente evitaremos el vuelo dentro de las tormentas sino que nos mantendremos a una distancia de seguridad.
La presencia de tormentas afecta a un aspecto crucial en la seguridad del vuelo: la cantidad de combustible que se carga en un avión. En estos casos, la posibilidad de que la distancia recorrida total sea mayor con el fin de evitarlas nos va a generar un consumo superior. Si las complicaciones en las condiciones de la atmósfera se producen en el destino o en aeropuertos alternativos pueden condicionar la gestión del tráfico y aumentar la duración del vuelo, por lo que el gasto de combustible también aumentaría. Por eso, el piloto debe conocer la situación de la atmósfera antes de iniciar el vuelo para planificar tanto la ruta como el combustible necesario, entre otros aspectos.
Hay un factor clave para gestionar los vuelos cuando se prevén tormentas: la información meteorológica actualizada, de cara a la toma de decisiones que es necesario realizar constantemente en la cabina de vuelo. Durante la operación, aparte de la observación visual conocemos la posición y el estado de las nubes y tormentas mediante el correcto uso del radar meteorológico a bordo. Complementamos nuestro conocimiento de la situación gracias a los informes de los vuelos precedentes, a la información que nos traslada Control de Tráfico Aéreo y a los partes meteorológicos actualizados.
Si queréis profundizar sobre este asunto os recomendamos esta documentación de la Jornada sobre tormentas y su impacto en el transporte y la navegación aéreos celebrada en 2016, en la que pilotos, controladores y meteorólogos analizaron, cada uno desde su área de conocimiento, este fenómeno. Información, procedimientos y colaboración son la mejor vía para mejorar la seguridad de los vuelos y evitar situaciones de riesgo frente a condiciones meteorológicas adversas.
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