La inteligencia artificial (AI) ha llegado a nuestra sociedad aportando importantes cambios. En el campo de la aviación y la seguridad aéreas sus posibilidades y ventajas son inmensas. Como ya hemos tratado en anteriores ocasiones, esos avances traen consigo también importantes desafíos en el campo de la ética que es imprescindible abordar. Hoy conocemos un poco más qué puede y qué no puede hacer la inteligencia artificial en la mejora de la seguridad aérea.

¿Qué puede hacer por la seguridad en la aviación la AI?

• Echando un vistazo al documento elaborado por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) Artificial Intelligence Roadmap 2.0 podemos profundizar en algunas de ellas. Será fundamental en el diseño de aeronaves dada su capacidad de gestionar gran cantidad de información y aplicar toda la tecnología disponible, y en mantenimiento, especialmente en el preventivo, debido a su capacidad de monitorizar el estado de las aeronaves.
• Su aplicación también puede mejorar la sostenibilidad de las operaciones aéreas, principalmente a través de la optimización de las rutas para la reducción de las emisiones. Y, por supuesto, en la gestión del tráfico aéreo.
• Así mismo, en los aeropuertos la tecnología que aporta la AI será una gran aliada a la hora de detectar amenazas para la seguridad operacional como los objetos en pista (FOD) o la presencia de aves o drones en las inmediaciones.

Pero, ¿qué no puede hacer?

La AI no puede sustituir al factor humano y, en ningún caso, conducirnos a prescindir de uno de los dos pilotos en operaciones aéreas comerciales. Los pilotos son la última barrera de seguridad en un vuelo y la presencia de dos profesionales en cabina una garantía más de la que sería un enorme riesgo prescindir. Además, la redundancia del elemento humano, al igual que otros sistemas críticos para la seguridad en el avión, es uno de los pilares por los que la aviación es el sistema de transporte más seguro.

Sin embargo, sí, la AI puede contribuir a mejorar la interacción entre el ser humano y la máquina en la gestión de las operaciones aéreas, principalmente a través de dos vías:

• Ayuda en la toma de decisiones de la tripulación. La AI podrá aportar información cada vez más exacta en tiempo real a los pilotos, así como un análisis más preciso de la gran cantidad de datos recogidos por la aeronave a través de sus sensores. Esto puede permitir a los pilotos anticiparse a situaciones de riesgo, especialmente en situaciones de elevada carga de trabajo.
• Aplicación de la AI en el entrenamiento de las tripulaciones. Permitirá, entro otros aspectos, dar feedback en tiempo real a los pilotos y ofrecer formación personalizada acorde a las necesidades particulares.

La sociedad en su conjunto se enfrenta a grandes retos con la irrupción de la inteligencia artificial, muchos de ellos de carácter ético. Una adecuada interacción entre el factor y humano y la tecnología será clave.