Las temperaturas extremas que estamos viviendo en los últimos días, sin duda, están alterando el desarrollo con normalidad de numerosas actividades. La aviación no es una excepción, ya que las altas temperaturas son un factor que tiene consecuencias en las operaciones aéreas.
Precisamente esta semana el aeropuerto de Luton en Londres cancelaba sus vuelos debido al cierre de la pista por un defecto provocado por las altas temperaturas que están sufriendo en el Reino Unido.
¿Ha sido un hecho puntual? La verdad es que no. Otras olas de calor extremas ya han provocado anteriormente retrasos y cancelaciones de vuelos de forma masiva. Al igual que otros fenómenos meteorológicos, las altas temperaturas son un factor que afecta a las operaciones aéreas. ¿Cómo?
La consecuencia más evidente es el simple sobrecalentamiento de algunos equipos de las aeronaves, lo que exige reforzar su mantenimiento y revisiones en estas circunstancias.
Por otro lado, las altas temperaturas provocan una mayor dificultad de los aviones para coger altura, lo que conlleva que se requiera más velocidad y una longitud de pista mayor.
Adicionalmente, el calor suele ir acompañado de otros fenómenos, como tormentas eléctricas, que pueden provocar turbulencias o cizalladura. Y, por supuesto, junto a la humedad puede generar problemas de visibilidad.
Como vemos, el calor extremo influye en las operaciones aéreas, por lo que, tanto las infraestructuras como los procedimientos operacionales deben estar adaptados a las altas temperaturas que parece que nos afectarán cada vez con mayor frecuencia. Por cierto, ¿tendrán los aeropuertos del futuro pistas mucho más largas que las actuales para afrontar las olas de calor? Os leemos.