Llevamos desde marzo de 2020 analizando las consecuencias de la COVID-19 para el sector aéreo. Nos centramos principalmente en la reducción del número de operaciones y pasajeros y, por tanto, su grave impacto económico para la aviación en una crisis nunca antes conocida. También de las medidas de prevención en materia sanitaria que han dado lugar a una nueva forma de volar para profesionales y pasajeros.
Pero, ¿y las consecuencias de la COVID-19 para la seguridad aérea? Más allá de los efectos sobre la salud de las personas de esta enfermedad, los riesgos para la seguridad aérea son numerosos y es preciso gestionarlos. Tanto que la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) ha incluido en su plan para la seguridad para los años 2022 a 2026 acciones específicas para prevenirlas.
¿Cuáles son esas consecuencias? Aquí destacamos algunas:
- Fatiga de la tripulación. En las distintas etapas que hemos atravesado de pandemia, las tripulaciones se han enfrentado a diversas situaciones que han podido incrementar su fatiga. Desde falta de hoteles o lugares de descanso en una etapa inicial, periodos prolongados en aeropuertos debido a los nuevos requisitos sanitarios hasta el trabajo en días adicionales ante la reducción de personal. La prevención de la fatiga en las tripulaciones es un aspecto crítico para la seguridad.
- Disminución del bienestar de los profesionales. Sin lugar a dudas la pandemia es una fuente de ansiedad y estrés. El fuerte impacto para el sector aéreo ha hecho incrementar la sensación de inestabilidad en los profesionales y disminuido su bienestar. En concreto en nuestro país, así lo constata este estudio entre piloto realizado por la Universidad Complutense de Madrid en el que el COPAC ha participado.
- Constantes cambios en los procedimientos operativos o normas temporales, que se acaban convirtiendo en un elemento de inestabilidad.
- Incremento de factores de riesgo derivados de la reducción de actividad, como el aumento de fauna en los entornos aeroportuarios que es necesario prevenir.
- Incremento de incidentes con pasajeros conflictivos por cuestiones como el uso obligatorio de la mascarilla, a lo que se añade la dificultad para su gestión debido a los procedimientos establecidos para mantener la distancia de seguridad.
- Menor supervisión por parte de las Autoridades. La pandemia ha reducido la supervisión presencial o el tiempo dedicado a ella, lo que supone un incremento del riesgo para la seguridad que los estados deben abordar.
- Reducción de personal operativo y técnico. El incremento de las operaciones y su disminución antes las diferentes olas, ha provocado una reducción del personal. Además, las dificultades económicas pueden provocar una mayor carga de trabajo de personal especializado ante esta situación. Además, los periodos de menos actividad pueden provocar pérdida de habilidades que es necesario evitar, en el caso de los pilotos con el entrenamiento recurrente.
Estos son solo algunos de los aspectos que se contemplan en ese plan y sobre los que es necesario trabajar para la prevención y el mantenimiento de estándares de seguridad
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