Seguro que cuando hablamos de la influencia de la meteorología en la aviación pensamos en tormentas, fuertes rachas de viento, heladas… fenómenos que asociamos al periodo invernal. Sin embargo, las olas de calor como las que hemos sufrimos recientemente requieren también la toma de precauciones para los pilotos.

Anomalías de temperatura en España en julio de 2020. Fuente: AEMET

De hecho, tal y como indica AEMET, las temperaturas máximas en julio fueron las segundas más altas desde que hay registros, tras las de 2015. A continuación te contamos algunas de las consecuencias del calor en la performance del avión y en la gestión de los vuelos:

• Con el aumento de la temperatura del aire, disminuye su densidad. Esto supone para el avión una mayor dificultad para coger altura. Se requiere, por tanto, una mayor velocidad y, por tanto, más longitud de la pista.
• Las altas temperaturas pueden generar actividad convectiva, lo que se manifiesta en fenómenos como tormentas eléctricas, tornados, fuertes precipitaciones,… Así que la turbulencia o la cizalladura también nos acompañan en esta época del año y debemos tenerlas en consideración para volar con seguridad.
• El calor y la humedad son la mezcla perfecta para la formación de bruma en algunas zonas, lo que puede afectar a nuestra visibilidad.
• Las elevadas temperaturas afectan también al estado de la aeronave y pueden llegar a provocar el sobrecalentamiento de algunos de sus equipos, por lo que hay que extremar las revisiones y reforzar el mantenimiento.

Estos son algunos de los aspectos que debemos tener en cuenta durante la planificación y gestión de los vuelos en veranos como estos, en los que nos enfrentamos a temperaturas muy elevadas. El calor ha llegado a provocar los retrasos y  la cancelación de vuelos, como ya os hemos contado en otras ocasiones así que es necesario tomar medidas para mitigar los riesgos asociadas a estas condiciones meteorológicas. ¡Con frío o calor, la seguridad es siempre nuestra prioridad!