Desde que el 15 de enero de 2009 el comandante Cheslley Sullenberger, Sully, sufrió una parada de dos motores por un impacto con aves que le llevó a amerizar en el río Hudson, se ha convertido es uno de los principales referentes cuando hablamos de seguridad aérea. Hace unas semanas comparecía en el Subcomité de Aviación del Comité de Transportes e Infraestructuras de la Cámara de representantes de Estados Unidos.
Su testimonio tras los accidentes recientes de los B737MAX de Lion Air y Ethiopian Airlines, que podéis escuchar a continuación, nos ha dejado muchas reflexiones interesantes.
#ICYMI: Miracle on the Hudson pilot @CaptSully came before @TransportDems to speak about aviation safety. Watch his testimony below: pic.twitter.com/ecqHOlqnL7
— Committee on Transportation and Infrastructure (@TransportDems) June 19, 2019
Hemos destacado tres claves de su discurso:
- “Los accidentes son el resultado de una cadena de eventos, y en el caso del Boeing 737MAX, esa cadena comenzó con las decisiones tomadas hace años al actualizar un diseño con medio siglo de antigüedad”. Los accidentes siempre son la concatenación de causas y este caso muestra cómo decisiones que se han ido tomando a lo largo de los años pueden tener consecuencias en la seguridad pasadas décadas. Os recomendamos este artículo publicado en la revista Aviador en el que se explica todo el proceso de transformación de la aeronave desde su diseño inicial en los años 60.

Imagen: Twitter Committee on Transportation and Infrastructure
@TransportDems
- “Los pilotos deben ser capaces de afrontar emergencias inesperadas y mantener a los pasajeros y a la tripulación a salvo, pero primero debemos diseñar aviones para que puedan volar sin trampas inadvertidas para ellos”. La presencia del ya famoso MCAS sin ser comunicada a los pilotos impidió a la tripulación analizar qué estaba sucediendo en la aeronave ante una emergencia.
- “Debemos asegurarnos de que todas las personas que ocupan un asiento como piloto estén totalmente armadas con la información, el conocimiento, la formación, las habilidades, la experiencia y el criterio necesarios para ser el dueño absoluto de la aeronave, de todos sus sistemas y de la situación de forma simultánea y continua durante todo el vuelo”.
Una vez más, este discurso apunta a la formación de los pilotos como un pilar de la seguridad aérea y, por ello, no debe considerarse como un gasto que es posible recortar, sino como una inversión en la seguridad de los vuelos. Como siempre Sully ofrece un análisis desde su visión de experto pero, sobre todo, de piloto y, por tanto, última barrera de seguridad de los vuelos.