Portugal ha mostrado estos días la cara más amarga del fuego. La muerte de más de 60 personas en una trampa mortal y la virulencia del incendio han provocado una fuerte conmoción social. Efectivos de tierra y aire de nuestro país se han desplazado hasta el incendio que se inició el sábado en Pedrógão Grande para colaborar en su extinción, junto a equipos portugueses y de otros países europeos.
Hace unos meses el drama del fuego sacudió Chile. El país americano vivió lo que su Presidenta, Michelle Bachelet, calificó como la “mayor catástrofe forestal de la Historia” con más de una decena de fallecidos y poblaciones arrasadas por el fuego. Allí, uno de los pilotos españoles trabajando en la extinción de los incendios narraba en Radio 5 la crudeza del fuego en condiciones climáticas nunca antes vividas en el país; alertando de la necesidad de desarrollar estrategias de extinción adaptadas a esta realidad y, sobre todo, plantear medidas de prevención.
La prevención es uno de los grandes asuntos pendientes frente al fuego. Estos dos ejemplos recientes no hacen sino confirmar que centrarnos sólo en la extinción puede tener consecuencias catastróficas, tanto en la faceta humana como en la medioambiental. Los denominados grandes incendios forestales (GIF) cada vez son más habituales y se propagan a mayor velocidad y con más virulencia. En España, en los últimos 10 años ha aumentado un 25% el tamaño de los grandes incendios según los datos de WWF España.
El cambio climático es, en buena medida, causante de la rápida expansión del fuego y de sus consecuencias catastróficas. En España, se prevé un aumento de las temperaturas de 4 °C en invierno y 6 °C en verano, con periodos de fuertes sequías y olas de calor extremas más frecuentes y duraderos. Lo estamos sufriendo ya y comprobamos que los incendios de invierno aumentan.
Sin embargo, los recursos se centran en la extinción durante el periodo estival. Este hecho supone además un problema para los profesionales altamente especializados que, por tierra y aire, trabajan en primera línea en la extinción. Esa temporalidad es un factor de riesgo y pone límites a su formación y desarrollo profesional. Según un estudio del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial, el 81% de los pilotos españoles de trabajos aéreos cree que esa temporalidad debe reducirse para mejorar la seguridad.
Desde diversos ámbitos se insiste en que el problema del fuego es un asunto de todos que es necesario abordar desde una perspectiva global y preventiva, como muestra este Decálogo de incendios forestales realizado por la Fundación Pau Costa.
Tras la extinción del incendio de Portugal será el momento de analizar todas las causas y determinar las soluciones a un problema que tiene en la prevención y en la concienciación de la sociedad las claves para su solución. Nuevas estrategias ante esta realidad que tiene en las imágenes que llegan desde Portugal un fiel reflejo de la impotencia y la exhausta lucha frente a la fuerza imparable del fuego.

Imagen Facebook Pedro Brás
Pingback: La prevención y la extinción de incendios forestales según el Defensor del Pueblo | Desde la cabina de vuelo