Con la campaña de extinción de incendios forestales de este año llegando a su fin es el momento de hacer balance. Las cifras oficiales de las que por el momento disponemos no son demasiado alentadoras. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente hasta el 20 de septiembre, el número de conatos e incendios ha aumentado respecto al año pasado en ese mismo período (9.620 frente 9.235). También el de grandes incendios (14 frente a 7) así como el número de superficie forestal afectada (más de 72.000 hectáreas frente a 47.000 en 2014).
La extinción de los incendios cuenta con numerosos profesionales que realizan una compleja labor y que se enfrentan a peligros vinculados a su función así como a las condiciones críticas en las que desarrollan su trabajo. Los medios aéreos que se dedican a estas tareas vuelan a baja altura, con poca visibilidad, comparten un espacio aéreo limitado con numerosas aeronaves, sus pilotos están sometidos a elevados niveles de estrés…
El peligro es inherente a este tipo de actividad. Identificarlo, conocerlo y mitigar los riesgos que implica es fundamental para que los profesionales puedan desarrollar su trabajo con seguridad. Para ello es preciso implantar barreras como la tecnología, la formación o la normativa adecuada que permitan hacer frente a los peligros técnicos, ambientales u organizacionales y derivados de la actuación humana. En un sector en el que ha existido una elevada siniestralidad se trata de un asunto vital.
De todo ello hablaremos esta semana en SINIF, el Simposio Nacional de Incendios Forestales, que reunirá a profesionales de distintas disciplinas para hablar de extinción de incendios. Entre todos, ese balance de campaña se analizará desde todas las vertientes y con diferentes profesionales implicados en una actividad que debe abordarse priorizando la máxima seguridad de todos.