Mientras la segunda ola de la pandemia golpea a Europa, el sector aéreo sigue siendo uno de los que está sufriendo de manera más fuerte las consecuencias de la COVID-19 y de las restricciones a la movilidad en todo el mundo. Comienzan también a publicarse los primeros estudios sobre su impacto, con análisis de la adaptación de los diferentes tipos de aerolíneas a la situación.
Hoy nos fijamos en Reinterpreting the role of primary and secondary airports in low-cost carrier expansion in Europe publicado en el número de octubre de la revista Journal of Transport Geography. Se trata de un artículo de Pere Sau-Sánchez de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en el que participa Edgar Jiménez, de la Universidad de Cranfield (Reino Unido).
Entre sus principales conclusiones, el estudio afirma que las aerolíneas de bajo coste se han adaptado mejor a esta crisis frente a las tradicionales. Pero, ¿por qué? Estas son dos de las claves:
- De acuerdo con esta investigación, las aerolíneas de bajo coste han estado menos expuestas a la caída del tráfico internacional de larga distancia. El modelo punto a punto de este tipo de operadores ha supuesto cierta ventaja competitiva en esta situación.
- Precisamente la disminución de plazas en marzo y abril fue menor en las compañías de bajo coste mientras que la progresiva recuperación tras la desescalada fue similar entre este modelo y el tradicional.
A pesar de este análisis, la crudeza de la crisis hace que también este tipo de compañías estén afrontando situaciones muy complejas. Algunas de las compañías más paradigmáticas del modelo de bajo coste que operan en nuestro país así lo apuntan. Ryanair, por ejemplo, ha registrado pérdidas por primera vez en un verano. Easyjet por su parte ha anunciado también profundos cambios en sus tácticas comerciales para afrontar las importantes pérdidas que está afrontando.
Tras una ligera recuperación de los meses de verano, el sector mira con incertidumbre las consecuencias de esta segunda ola en Europa y de las medidas de restricción que los países están aplicando.
Lo cierto es que la capacidad de adaptación de las aerolíneas, el apoyo de los estados a un sector que para cualquier país es estratégico y la resiliencia serán cruciales en los próximos meses para la supervivencia de muchas compañías aéreas.