Si algo ha puesto de manifiesto la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, es que existen vuelos que no pueden quedarse en tierra. Esos vuelos que casi siempre pasan inadvertidos. Aquellos que saltan a los informativos únicamente en grandes catástrofes o de forma anecdótica. Los mismos que a diario están al servicio de la sociedad, en distintas actividades, desde remotas localizaciones. De forma silenciosa, sacrificada, invisible.

Imagen: COPAC / Hugo Ramos
Con esos vuelos se salvan vidas, se apagan incendios, se atiende a enfermos cuando el tiempo apremia, se rescatan marineros… Son las operaciones de transporte medicalizado, búsqueda y salvamento o lucha contra incendios y sus tripulaciones, por si alguien se lo pregunta, siguen trabajando en tiempos de coronavirus. Porque en casi todos esos servicios, se trabaja 24 horas al día. Los 365 días del año.
Gran parte de esos servicios se prestan desde helicópteros. Muchos otros desde aviones. Para los ciudadanos y personas a las que socorren no importa desde qué aeronave se operan cuando miran al cielo esperando a que lleguen a extinguir un incendio, a trasladar alimentos a zonas remotas ante una gran nevada o a salvar vidas tras un naufragio.
El primer piloto fallecido en nuestro país por coronavirus ha sido precisamente uno de los profesionales que seguían de servicio, un profesional de los servicios de transporte aéreo sanitario en Castilla La-Mancha. Por eso queremos recordar que existen trabajos que estos días no paran. También el de otros servicios que se prestan desde el aire como los de la policía, aduanas, Ejército del Aire o vuelos offshore para el sector energético que hacen que éste siga funcionando. Son muchos y la lista sería interminable, pero no olvidemos su servicio a la sociedad en tiempos de coronavirus.