Estos son los días de los propósitos para el nuevo año y aunque son muchas las cosas que podemos pedir para mejorar el sector aéreo y la profesión de piloto, hay que priorizar y nos quedamos con la más importante: Seguridad.
A punto de terminar 2015, llegó un nuevo revés. El más duro de todos. El pasado 23 de diciembre un piloto que participaba en las labores de extinción de un incendio en Asturias fallecía tras sufrir un accidente a los mandos del helicóptero que pilotaba.

Imagen de los incendios que han afectado al Norte de España en el mes de diciembre (imagen SEPA)
Para conocer las causas y factores contribuyentes de esta nueva tragedia en el sector de los Trabajos Aéreos habrá que esperar a la labor de investigación de la CIAIAC. Pero el dolor por esta nueva pérdida debe servir para adoptar medidas serias y contundentes que de verdad contribuyan a erradicar la siniestralidad en este ámbito de la aviación.
Recientemente todos los organismos y profesionales que de una u otra manera participan en la extinción de incendios se reunían para analizar la campaña de 2015 y coincidían en la necesidad de mejorar la colaboración entre todos para ser más eficaces. Sin duda es imprescindible que operadores, autoridades y profesionales trabajen de manera coordinada para reforzar la seguridad de unas operaciones que se desarrollan en contextos muy complejos y exigen una alta especialización y preparación de los pilotos.
Si algo ha quedado de manifiesto con los terribles incendios que en pleno mes de diciembre han afectado a las comunidades del Norte de España es que el fuego no es sólo cosa del periodo estival. Más allá de las políticas medioambientales que se adopten, la lucha contra los incendios requiere adoptar todas aquellas medidas y barreras de defensa ante los peligros que afectan al entorno operacional.
La peor consecuencia de estos peligros es la pérdida de vidas humanas. Sólo podemos desear que en 2016 prime la seguridad por encima de todo y no tengamos que lamentar una tragedia similar.