La aviación y la profesión de piloto, debido a la gran responsabilidad que implican, se encuentran fuertemente reguladas. Hoy nos detenemos en una norma que ha entrado en vigor el pasado 15 de noviembre, el Reglamento EU 376/2014 del Parlamento Europeo, que afecta directamente a la seguridad operacional.

Los pilotos y las organizaciones del sector aéreo tienen la obligación de reportar accidentes o incidentes. La nueva regulación europea disminuye el plazo para informar de sucesos de reporte obligatorio a 72 horas. Obliga además a los Estados a disponer de un organismo independiente para la gestión de esas notificaciones. Existen sucesos que son de reporte obligatorio para los pilotos, como podéis ver en el cuadro, y otros que son de notificación voluntaria.

Detrás de esta normativa, se encuentra la filosofía Just Culture, que se ha traducido en español como Cultura Justa. Se define como “aquella en la que no se castigue a los operadores y demás personal de primera línea por sus acciones, omisiones o decisiones cuando sean acordes con su experiencia y capacitación, pero en la cual no se toleren la negligencia grave, las infracciones intencionadas ni los actos destructivos”.

Esta filosofía impone un sistema preventivo basado en el reporte no punitivo como pilar fundamental de la seguridad operacional. De esta forma, las tripulaciones informan de manera detallada de situaciones extraordinarias que afectan a la operación, incluso de errores propios. El objetivo es una herramienta para analizar la operación y su entorno, detectar aspectos de mejora en diversos campos (infraestructuras, procedimientos, formación, …) y tomar medidas preventivas.

Para que funcione adecuadamente es fundamental que la notificación voluntaria no conlleve sanciones y, por tanto, la protección de las fuentes de información (como establece OACI). Aprender de los errores es siempre la actitud más recomendable y constructiva en todas las facetas de la vida. En aviación es, además, una herramienta para reforzar la seguridad de todos.