Trabajar por la seguridad aérea es una labor constante, exigente y muchas veces poco visible. Los resultados, pequeños pasos en un largo camino. Esta semana se ha constituido en Madrid la Federación Internacional de Víctimas de Accidentes Aéreos y Familias (FIVAAF) formada por las asociaciones de España (AVJK5022, afectados por el accidente de Spanair en 2008), Alemania (HIOP-447 creada tras el accidente del AF447 en 2009) y Pakistán (ABlue202, asociación de víctimas del accidente de la compañía Airblue en Islamabad en 2010).
Su filosofía se basa en una premisa fundamental: “Víctimas ayudando a víctimas”. La FIVAAF persigue aunar a todas las asociaciones de víctimas de accidentes aéreos en el mundo para su defensa y la de sus familias. Pero no solo eso. Busca también que su experiencia se tenga en consideración en el desarrollo internacional de las regulaciones de asistencia a las víctimas, mejora de la seguridad operacional, derechos de los pasajeros e investigación de accidentes aéreos.
La Federación quiere que la dura experiencia de las víctimas sirva para evitar que otras personas atraviesen por una situación similar. Su presidenta será Pilar Vera (presidenta de la Asociación de Afectados por el Vuelo JK5022) ha denunciado públicamente en innumerables ocasiones los dramas comunes en todas las tragedias aéreas: “ineficiencia de las autoridades y estados, indolencia de las compañías aéreas, indiferencia de la industria y organizaciones internacionales y voracidad de las compañías aseguradoras”.
Actuar de forma preventiva es siempre más laborioso que hacerlo de forma reactiva. Poner todas las barreras de preventivas posibles, establecer protocolos de asistencia a víctimas y responder de forma oportuna ante la complejidad de un accidente aéreo es, sin duda, un arduo trabajo. Pero también, el único camino a seguir si el objetivo es un trato digno a los afectados y la implantación de una auténtica cultura de seguridad. Son las víctimas a nivel internacional las primeras en dar este paso para afrontar el reto.