El pasado viernes el mundo entero asistió a un vuelo histórico en una aeronave impulsada únicamente por energía eléctrica. El Airbus E-Fan cruzaba el Canal de la Mancha con el piloto Didier Estyene a los mandos. La aeronave despegó de Lydd (Reino Unido) para aterrizar 37 minutos después en Calais (Francia) tras cubrir una distancia de 74 kilómetros.
Este es solo el primer paso según las previsiones de la compañía. Próximamente vendrán el E-Fan 2.0, un biplaza para la formación de pilotos, y el E-Fan 4.0, un avión de cuatro plazas destinado a la aviación general. La reducción de emisiones de dióxido de carbono y de óxido de nitrógeno, así como una menor contaminación acústica son algunos de sus avances.
Proyectos como este muestran el empeño de la industria aeronáutica por evolucionar hacia una aviación más respetuosa con el medio ambiente. Recientemente, el primer avión solar Solar Impulse hacía historia con un vuelo de cinco días ininterrumpidos cruzando el océano Pacífico. Su objetivo con la vuelta al mundo es fomentar el uso de energías limpias y demostrar su capacidad para conseguir logros tan asombrosos.
Por el momento su uso para el transporte de pasajeros es una utopía. No lo son, sin embargo, proyectos de investigación que buscan rutas más eficientes para un ahorro de costes y de emisiones o el uso de biocombustibles. La investigación y la tecnología pueden ayudarnos a que el coste medioambiental que puede suponer disfrutar de las ventajas de la aviación se reduzca, de forma que nuestra huella en la atmósfera sea la mínima posible.