Desde el pasado viernes se encuentra cerrada una de las pistas del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Se trata de la pista más larga del aeropuerto con 4179 metros de longitud que se encuentra en servicio desde 1998. Según las estimaciones de Aena, la pista estará inoperativa hasta el 17 de mayo.
La mejora de las instalaciones en cualquier aeropuerto tiene una incidencia sobre las operaciones aéreas, por lo que se debe realizar un análisis de riesgos para ver la repercusión sobre la seguridad, para lo que, según el Anexo 11 de OACI, hay que convocar a las partes interesadas.
No ha sido el caso. El proveedor de servicios ha considerado este cambio como “menor” por lo que no ha realizado ese análisis de riesgos. Las consecuencias del cierre tienen un claro impacto en la capacidad del aeropuerto y, por tanto, en el trabajo de los profesionales. Para los pilotos estos cambios implican numerosas consideraciones operacionales además de una responsabilidad adicional y un incremento del trabajo en cabina.
Lo realmente preocupante en la gestión de este cierre de pista, es la falta de una cultura de seguridad. Tanto pilotos como controladores han alertado de las consecuencias del cierre, así como de una posible merma para la seguridad. No contar con su opinión y criterio profesional pone en cuestión la cultura de seguridad de nuestro país. A pesar de todo, serán los profesionales los que tendrán que aplicar el máximo rigor en su trabajo para que esta deficiente gestión tenga el menor impacto en el servicio al pasajero.