Cuando el 17 de julio de 2014 se confirmaba que el MH17 había sido derribado por un misil en la frontera entre Rusia y Ucrania comenzaba un largo y complejo camino, el de la investigación de un “accidente” atípico.
Para conocer las causas y factores contribuyentes de un accidente es preciso realizar una investigación rigurosa en la que se distinguen dos líneas independientes: la técnica y la judicial.
Tradicionalmente, los resultados de la investigación técnica se publican en informes preliminares hasta llegar al informe final, tal y como establece la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), en los que los organismos encargados desgranan el desarrollo de la investigación, sus conclusiones y recomendaciones. Pero cada vez con más frecuencia, las agencias de investigación de accidentes más desarrolladas se adaptan a los nuevos canales de comunicación y a las demandas de la sociedad. Así, los organismos estadounidense (NTSB) y canadiense (TSB), dos de los referentes en esta materia, cuentan con canales en redes sociales donde muestran el trabajo de los investigadores y ofrecen información actualizada. La propia Dutch Safety Board, encargada de la investigación del MH17 publicaba este vídeo con las conclusiones de su informe.
Esta semana hemos visto cómo la investigación judicial de dicho accidente compuesta por Australia, Países Bajos, Malasia, Ucrania y Bélgica se ha unido a ese ejercicio de transparencia publicando una revista digital en la que se muestra su trabajo. Un interesante documento en el que se detallan curiosos aspectos como la reconstrucción de la aeronave, los lugares en los que se encontraron los restos del fuselaje o las dificultades que representan para el avance de la investigación las diferentes legislaciones de cada país.
Fotos, gráficos y textos que ayudan a entender la investigación tanto técnica como la judicial y que traslada el ingente trabajo de los investigadores y profesionales involucrados, reconociendo incluso las dificultades y obstáculos para llevar a cabo su labor. Los familiares de las víctimas han sido los primeros en conocer esta información que posteriormente puede consultar cualquier persona interesada en este suceso o en acercarse a la complejidad de una investigación de un accidente aéreo.
Mostrar esa labor no implica revelar datos, documentos o declaraciones de carácter sensible o personal, cuyo contenido es estrictamente confidencial y en ningún caso pueden hacerse públicos. Sin embargo, esta ventana abierta al proceso investigador sirve para poner en valor un trabajo fundamental para la sociedad, orientado a la prevención y a la mejora de la seguridad aérea.